-Lo último que supimos de ella fue que salió a mirar las estrellas
-Y justo esa era su mayor adicción- dijo una voz desesperada.
Mucha gente se apretujaba fuera de donde ocurría la conversación. Todos querían saber, aunque nadie sabía qué. Sólo querían saber.
-¡Vayan a sus casas, preparen sus comidas, métanse en sus asuntos, acuéstense con sus parejas! ¿Qué les tiene que importar lo que nos pasa a nosotros? ¡Pasan descuidando sus vidas para vivir las de otros!
-Cálmate, por favor. No lograrás nada
En efecto: Nadie se movió, y pareciera que fue incluso contraproducente. Los gritos atrajeron a más personas.
-Yo me marcho
-Pero, mire, por favor, denos un...
-Ya no hay más instantes. Ya no hay más tiempo. ¿Me escucha? Ya no hay sentido. ¿Qué será de nosotros?
-Pues...
-Nada.
Salió a la calle. El silencio es abrumante, puede y causa locura.
-Oh, todo está tan callado. Como soñaba antes que fuera.
Insanamente callado.
-¿Dónde se fue todo el mundo?
No había nadie en las calles.
-No puede ser...
Unos pasos algunos metros atrás.
-No puede...
Giró, justo para ver cómo le saltaban encima
-No...
No hay tiempo. No hay sentido.
Nada.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario